Cerro Las Chivas en el Valle Encantado

Imagino que caminar la zona de la estepa en verano debe ser sofocante. Por eso creo que esta época, entre el fin del invierno y principios de la primavera, es ideal.

Este es solamente un relato de mi experiencia. Este sendero no figura habilitado por parte de Parques Nacionales y lo recorrí bajo mi responsabilidad.
No te recomiendo seguir este recorrido.

Todavía queda nieve en los sectores altos o reparados del sol y la temperatura es super agradable para recorrer algunos de los cerros y senderos.

Bueno, senderos lo que se dice senderos, no hay.

Este domingo pasado me saqué las ganas de conocer el cerro Las Chivas en la zona de Confluencia.

Había descargado el track de Mario Prastallo de Wikiloc ↗ y subí con la intención de llegar no sólo a la cumbre, sino también de seguir por los filos hacia otra ruta que ya había conocido, antes del invierno.

Como de costumbre, me entretuve en el camino recorriendo algunos balcones y sacando fotos. Las horas fueron avanzando. Así que cerca de las 17 horas me encontré en el medio de los filos, a tres horas de distancia del punto al que quería llegar. Evidentemente se iba a hacer de noche.

¿Estuviste alguna vez en un punto de no retorno y sin tener el camino claro?

Personalmente, noté que el corazón se siente profundo en el centro del pecho y ya no se respira por la nariz. La boca se seca porque la respiración se hace corta y rápida.

La… ¿ruta?

La subida desde la ruta 65 que va a Traful tiene mucha pendiente.

Pasa por distintas rocas, balcones y cuevas del cerro. Las vistas hacia el este, norte y sur del valle del Traful son épicas. Afortunadamente me tocó un día de sol y los colores del río y de la confluencia con el Limay resaltaban mucho más que en un día nublado.

• Pero como te adelanté no hay un sendero, ni marcas, ni pircas.

A veces pienso (a veces solamente) mientras avanzo en algunos lugares en subida, que no puede llamarse trekking o senderismo. No estoy caminando, no hay sendero, ¿cómo se llama esto?

El terreno no es sencillo. Ni cerca. Tiene mucha tierra y piedra suelta y sumado a la pendiente demanda mucho esfuerzo.

Además, al intentar tomarme de alguna roca para ayudarme en la subida terminaba con un pedazo en mi mano.

Es una característica del lugar. Hay rocas quebradas y sueltas en cada lugar que se pisa. No me animé a muchos bordes por eso mismo.

La cumbre

La cumbre del cerro de Las Chivas es una planicie bastante amplia. Con toda la vegetación característica de esta zona. Incluso algunos cipreses creciendo aislados en distintos lugares.

De un lado, hacia el este y abajo está el puente de Confluencia sobre el arroyo Traful que se une al Limay. Hacia el norte resalta el cerro Montura Chilena y otros valles que siguen hacia cerros más lejanos y altos.

Todos con nieve todavía.

En esa misma cumbre, hacia el oeste, hay un filo rocoso y quebradizo que tiene un paso angosto y sigue a una parte más ancha, donde aparece una panorámica del valle del Traful.

En ese filo apareció un cóndor que me visitó varias veces.

El sonido de las primarias

No suelo filmarlos porque no tengo un buen equipo y además me pierdo de verlos en vivo, aprovechando el momento. No todo tiene que ser una foto o un video. ¿No te guardas algunos momentos solamente para vos?

Pero este pasó tantas veces que parecía que quería salir en alguna historia de Instagram. Así que lo filmé.

Es una sensación muy particular verse sorprendido por la presencia del cóndor. Podés verlo desde lejos, mirando hacia arriba o te puede sorprender de otras formas. Tengo dos favoritas.

Una manera es, al caminar por una cima, ver la sombra en el suelo como una ráfaga oscura muy cerca tuyo.

Pero definitivamente la forma que más disfruto de sorprenderme de la presencia del cóndor es escuchar solamente el sonido del aire fluyendo en las alas. Levantar la mirada y buscarlo.

Es como si el cóndor llevara consigo el sonido del viento en una montaña.

A veces se da todo al mismo tiempo. Pasa la sombra muy cerca y se escucha ese eco profundo.

Para no errarle le consulté a Facundo Vital de NaturalezaSur ↗ sobre este sonido y me comentó que se trata de la turbulencia que genera el aire al pasar entre las primarias.

Las primarias son esas plumas que tiene en el extremo de las alas, como si fueran dedos.

Las sombras vienen llegando

Después de pasar por la cima del cerro de Las Chivas seguí por los filos. Por momentos parecen crestas de gallos. Mirá:

Y son bien escarpados, más de lo que esperaba.

Seguí hacia el sur apuntando a esa otra ruta que quería enlazar. Aunque estuviera bajando, la pendiente era muy importante y me consumió las piernas aguantando la bajada.

Ahora estoy midiendo la distancia en Google Maps y veo que me faltaban unos 4 kilómetros, sin contar la bajada hasta el Limay. 

No había forma que llegue con luz.

Por eso pensé en retomar la ruta de Mario. Miré el track en el celular y cuando levanté la vista noté que la ruta estaba detrás de un filo de roca muy alto hacia el este. Tenía que subir otra cumbre, esquivar ese filo y bajar por otro valle detrás.

Es sólo un instante. Donde te das cuenta que el terreno ya tiene sombras largas, mirás al sol cada vez más cerca del horizonte y no podés ni avanzar ni retroceder.

Ahí ya noté la boca seca.

Improvisando

Preferí seguir bajando.

Bueno, en realidad no fue una elección sino que el cuerpo no podía seguir subiendo. Así que el único camino era hacia abajo.

El agua que había llevado ya empezaba a terminarse y aproveché un poco de la nieve que quedaba en sectores de sombra. Llené una botella y esperaba que se vaya derritiendo en la mochila.

Bajé primero esquiando en zapatillas por un largo manchón de nieve hasta el inicio del bosque.

El paso por el bosque de cipreses resultó difícil pero más sencillo de lo que me había imaginado. Pero ojo, no por pericia o habilidades mías, sino porque encontré caminos de animales que seguían un arroyito. Imagino que ese cauce tiene agua solamente en esta época.

En la parte más baja el terreno se cierra de vegetación y con la pendiente de costado hubo sectores muy complejos.

Pero acá estoy.

Eventualmente aparecieron sendas que parecen usar animales para moverse y más abajo un camino de algún ganado.

No estuve perdido sino que me atrasé y las horas de luz se terminaban. Tuve que improvisar y por eso elegí una bajada rápida hacia la ruta 237. El miedo era atravesar un lugar cerrado y desconocido, donde cada paso es una lucha con ramas, plantas, pendiente y barro.

Y sobre todo el miedo es preocupar a la familia si no aparezco, estando en perfectas condiciones.

Los panoramas durante todo el camino son hermosos. Además están esas formas increíbles de las columnas de piedra erosionadas haciendo de marco, con más cerros y rocas que se levantan al fondo de los paisajes.

Todavía me queda vincular esas dos rutas así que no me queda otra que regresar. Quién te dice, quizás la próxima hago las cosas mejor.