El Cerro Bonete en Bariloche de 2257 msnm es la tercer cumbre más alta de la zona. Si bien tiene varias rutas de ascenso (incluso a los picos más expuestos de sus otras cumbres), el acceso para un simple mortal como yo es a través de la Laguna Azul y desde allí a la cumbre del cerro.
La cabecera del sendero a Laguna Azul está en el área de Los Césares, camino al Tronador, 15 kilómetros antes de llegar a Pampa Linda.
El sendero a Laguna Azul (también Laguna Callvú) tiene unos 9 kilómetros que se pueden hacer en 3 o 4 horas con una pendiente moderada de 700 metros de desnivel.
Desde allí el ascenso al cerro Bonete se hace siguiendo el recorrido hacia Laguna Ilón. Hay que hacer un desvío antes del filo que separa las lagunas Azul y Cretón, iniciando el ascenso final por su cara sud-oeste.
Esta última subida demanda entre 3 y 4 horas solamente hasta su cumbre.
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Mi plan
Disponía de tres días: martes, miércoles y jueves con una ventana algo arriesgada de buen tiempo.
Digo que era arriesgada porque solamente el martes tenía un pronóstico perfecto que tanto nos gustan. Miércoles y Jueves ya se pintaban de colores fuertes en el sitio de Windguru. Grises en la nubosidad y morados en los vientos.
Pero ya no quedaban muchas alternativas. El otoño se notaba mucho más frío que temporadas anteriores y en el aire ya se sentía algo de esa electricidad que anteceden a los días de nieve.
El plan era hacer la travesía de Laguna Azul a Ilón en tres días visitando el cerro Bonete, el Punta Negra y el cerro del Viento.
Sí, no hace falta, no me digas nada… Me fui dando cuenta con el pasar de las horas...
Los Césares
Como el plan del día incluía más de 12 kilómetros y una pendiente en aumento constante, lo ideal era empezar el día lo antes posible. Así que a las 8 de la mañana estaba iniciando la caminata desde Los Césares.
El recorrido a la Laguna Azul (o Callvu) transita por el fondo del valle del arroyo Callvuco. Y un sendero al fondo de un valle recibe muy poca luz directa. Sobre todo en otoño. Así que iba a caminar varias horas muy lejos de los rayos del sol.
En Los Césares, las pinceladas violetas del amanecer teñían el manto de escarcha blanco que cubría toda el área. Salir del interior calefaccionado del auto fue un baño de realidad.
Escarcha
Los primeros minutos de aquella jornada estuvieron marcados por frío y humedad.
No tenía en realidad apuro alguno. Pero dando pasos ligeros caminaba rápido, con la intención de entrar en calor. El suelo crujía a cristales rotos debajo de la suela de las botas.
En el silencio de la mañana algunos caballos parados sobre el sendero se sobresaltaron y me permitieron pasar con cuidado entre ellos.
Confiar
Crucé con algo de precaución sobre la tambaleante pasarela Manuel Puente Blanco. La inestabilidad de ese paso no hace honor al nombre que eligieron. Al escribir esto me viene enseguida el recuerdo del hierro frío en las manos y la sensación de desequilibrio.
Solamente quedaba confiar.
Ya en el valle, bajo los primeros coihues, el hielo no era tanto pero el frío se mantenía. La subida es intensa al principio y después entra en un promedio mas amigable. Siempre el murmullo del arroyo Callvuco al costado.
Pero, había hielo en todas partes por lo que tuve que tener mucho cuidado al momento de cruzar el arroyo.
Los troncos tirados sobre el agua a modo de puente estaban congelados y simplemente pisarlos sin ningún apoyo extra significaba una sentencia.
Un jabón
Así que hice lo que cualquier persona que no está siendo vista por nadie podría hacer. Cruzar casi en cuatro patas, adoptando posturas muy graciosas.
Con menos poesía, puedo decirte directamente: era un jabón.
Con más barro y humedad, después de cruzar el arroyo la subida empieza a tener un carácter más serio. Además, el agua cae por cascadas más ruidosas.
Salí del bosque y empecé a trepar por la roca lisa, erosionada, que acompaña los primeros saltos del agua que baja desde la laguna. En el ascenso encontré charcos helados y rocas pintadas de hielo, muy peligrosas. Algunos pasos los estudiaba durante varios segundos para no tener un accidente.
Laguna Azul
A las cuatro horas de caminata finalmente llegué al alcance de los rayos del sol. No quiero seguir cayendo en frases hechas, pero se sintió realmente como un mimo. No pude hacer otra cosa que girar hacia el sol, cerrar los ojos y dejarme acariciar.
¡Cómo cambia el día apenas con un rayito de luz directa!
Además, coincidió con el momento de llegar a la Laguna Azul.
Podía parecer un paraíso, pero en el terreno todavía se veían las cicatrices de la noche helada. Charcos al borde de la laguna todavía con hielo y la tierra con marcas blancas de escarcha, hacían frente sin suerte al tibio calor del sol.
Con todo lo que veía, me preguntaba cómo sería mi noche a pocos metros de este lugar.
Ahora, calculaba unas tres horas desde la Laguna Azul hasta la cumbre del cerro Bonete y siendo apenas las 12 del mediodía podía permitirme al menos una hora de descanso.
La superficie del agua en calma dejaba ver los tonos verdes, celestes y azules de la laguna. Sumale el marco del sol, el cielo celeste y las lengas amarillas y naranjas.
Cada tanto, alguna brisa helada me traía de vuelta a la realidad.
Laguna Luisa
Siempre recuerdo que Germán Claussen bautizó a esta laguna como “Luisa”, por Luisa Capraro. Parece que (según Otto Meiling) Claussen estaba enamorado de ella.
No sé vos, pero prefiero este nombre y esta historia en lugar de uno tan fácil y simple como “Azul”.
Otro dato sobre ambos es que tanto él como ella fueron el primer hombre y mujer respectivamente en subir al Pico Anon del Tronador.
Anon es el Pico Internacional del cerro Tronador y tiene el nombre original del cerro.
Ascenso al cerro Bonete desde la Laguna Azul
Empecé la subida cerca de las 13hs., lamentando dejar atrás la laguna otra vez. A diferencia de mi paso anterior, ahora tenía todo el recorrido sin manchones de nieve y sobre todo tenía la tranquilidad de saber qué esperar.
Seguía viendo hielo en las vertientes que bajaban del cerro Bonete. Cuidando muy bien algunos pasos no representaron un peligro muy grande.
Desarmado de la Mochila
En poco tiempo de marcha estuve casi sobre el filo y me desvié del recorrido formal hacia Ilón. Llegó el momento de aliviar la mochila y subir decididamente el cerro Bonete.
Aunque era casi imposible que otro ser humano haya tenido la misma idea que yo ese mismo día, preferí esconder el contenido de mi mochila. En un lugar fácil de ver desde arriba pero difícil desde abajo, dejé una bolsa de residuos de color verde con las cosas mas pesadas de la mochila para subir mas liviano.
Dejé las cosas para pasar la noche (carpa, bolsa de dormir, aislante) y la comida mas pesada. El resto, como abrigo y algo del botiquín, siguió mi ascenso a la cumbre.
Ascenso al Cerro Bonete
Pensé que iba a tener tramos de escalada, que la subida sería más compleja. Pero no tuvo más complicación que el esfuerzo por la pendiente y las piedras tan sueltas. Al menos por la ruta que fui siguiendo.
Hay de todo. Como corresponde, al principio hay piedras grandes y peligrosas. Esos cascotes de color rojizo que pierden la estabilidad muy fácilmente.
Copiaba el track de Luca y en el camino hacia la cumbre continuaba viendo vertientes congeladas, incluso al rayo del sol. Cada tanto me sorprendía alguna pirca, pero son bastante esporádicas.
Ya con la cumbre a la vista me distraje (dejé de mirar el GPS) y me aparté del track de Luca. Yendo de forma más directa hacia el filo pero pagando un precio bastante caro.
El terreno era muy empinado (50% de inclinación) con mucho desmoronamiento de piedras. Ya no se trata de las piedras grandes sino el acarreo más fino, que en subida desgasta las piernas y explota los pulmones. Daba dos pasos y avanzaba uno.
Llegué al filo del cerro y con él apareció el paisaje hacia el norte con el valle del arroyo Claro hacia abajo (muy abajo) y la cadena del Cuernos del Diablo enfrente.
El cerro Cumpleaños y un poco más allá, tracé el recorrido de la travesía de las 5 Lagunas con la mirada, desde la cara sur del cerro CAB hasta el Cristales, acá cerca, casi a mis pies.
Estando ya en el filo, no quedaba más que seguirlo hacia la primera cumbre. Claro que con esas vistas y la caída tan vertical a mi costado, tenía que mantener la concentración.
Cumbre del cerro Bonete
La cumbre del cerro Bonete debe haber sido una de las que más vértigo me dio hasta ahora. No soy una persona que se maneje en lugares extremos con escaladas arriesgadas.
Las dos torres
La cumbre tiene dos torres muy parecidas. Una al ESTE y otra al OESTE. Como una continuación del filo que va desde el Norte al Sur, subí primero a la torre Este.
Últimamente había estado en lugares algo jugados como el Cuernos del Diablo o antes en la cumbre del cerro Capilla. Pero esta cumbre en particular me devolvía una sensación de vértigo constante.
El acceso desde el Norte es muy sencillo, pero el resto de las aristas de la cumbre tiene abismos definitivos.
Hacia el Este se extiende el lago Mascardi con la isla Corazón. Más lejos se divisa claramente el cerro Granítico y el Padre Laguna, por nombrar algunos conocidos.
Glaciares
Pero bien abajo, se puede ver uno de los glaciares del cerro Bonete con grietas azules. Casi en frente, el cerro Bonete tiene una aleta dorsal tan alta como la cumbre.
Un cóndor tramposo
Como si fuera una trampa, un condor apareció algo curioso. Digo “tramposo” porque en un lugar tan fino no es fácil alzar la cabeza y perderse en su vuelo o en el sonido de sus primarias (las plumas en el extremo de sus alas).
Sentía que cualquier paso podía terminar en un tropiezo y GAME OVER.
Desde esta cumbre bajé un poco hacia la otra (la del Oeste) donde sí, hizo falta un poco de trepada. Pero apenas dos pasos.
Aquí estaban las vistas hacia el valle del Callvuco (el valle que había subido en la mañana) que seguía en sombras. Un poco más lejos las curvas del río Manso entre mallines y lagunitas. También se distinguía la ruta hacia Pampa Linda con algunos vehículos regresando.
Las sombras se alargan
El cielo seguía despejado pero poco a poco el sol se iba acercando al horizonte. La laguna Azul rodeada por el Punta Negra y sus paredes verticales, ya estaba sitiada por las sombras. Además empezó a soplar un viento más fuerte y frío, casi helado.
Con las sombras avanzando y el aire enfriándose, entendí el mensaje.
Ya había tenido un día perfecto que me permitió llegar a la cumbre del Bonete. Llegaba el momento de bajar y buscar refugio y descanso.
Desde aquí, todo fue cuesta abajo
Apenas pasadas las 17hs. empecé a bajar en busca del contenido de mi mochila y sobre todo la misión de encontrar un lugar para pasar la noche. Aproveché la parte de acarreo fino para bajar rápido. Esta vez, sí, bajé por el recorrido correcto.
Después llegó el momento de frenar y cuidar los pasos, en el sector de piedras grandes y peligrosas. Que en bajada es doblemente peligrosa.
Rearmé la mochila y bajé hacia el filo entre la Laguna Azul y la Laguna Cretón. Y llegó el momento de decidir.
Había planeado dormir junto a la Laguna Jujuy pero el viento ya estaba cobrando un claro protagonismo y preferí bajar a Cretón. Pensé en un lugar conocido en vez de llegar a Jujuy y descubrir que no tiene lugares reparados del viento.
Me acordé que había visto una ruta directa entre Azul y Cretón. Entonces, en lugar de seguir el filo hacia el cerro Capitán y retomar el descenso a Cretón más adelante (es la ruta normal), encontré la bajada más directa y me ahorré al menos 30 minutos de caminata.
Esta ruta está marcada con pircas y puede servir para conectar rápido y directo el sur de la laguna Cretón con el sendero a la laguna Azul.
Y menos mal que me ahorré esos minutos porque terminé de armar la carpa con muy poca luz. Había mucha humedad y el frío era definitivo.
Miércoles
Frío, viento y dudas
Si bien tenía más planes para este segundo día, con el correr de las horas mi indecisión, el frío y el viento no hicieron más que hacerme perder el tiempo.
Había planeado subir al cerro Punta Negra (o Cresta Negra). Tenía un track para subirlo que empezaba en el mallín de Ricardo pero también tenía otra opción.
Había evaluado otra posibilidad antes, mirando mapas desde casa: la opción de subirlo desde el lomo que sube desde Laguna Jujuy o el mismísimo cerro Capitán. Y ahora, parado ahí mismo, se veía totalmente factible
En la previa, la subida se anticipaba accesible pero el tránsito por el filo expuesto al viento me devolvía muchas dudas.
¿Qué hacer?
El día amaneció helado y salí muy tarde de la carpa. Cerca de las 9.
Armé de nuevo la mochila muy tranquilo y desayuné también sin apuro. Evidentemente, una parte de mí había tomado la decisión.
Ya en los primeros pasos, me notaba agotado y la mochila pesaba mucho. Mucho más que el día anterior. ¡Y el día recién empezaba!
¿Qué estaba pasando?
De nuevo en el filo que sube al cerro Capitán el viento castigaba, helado. Y por mucho que me entusiasmara la subida al Punta Negra desde ahí, sabía que iba a sufrir las condiciones del tiempo en lugar de disfrutar la caminata.
La trepada ya se veía totalmente expuesta al viento.
Me costó algunos minutos tomar la decisión. No había visto rutas desde ese lugar y me entusiasmaba investigar y quizás abrir una alternativa más.
Paredón y después
Decidí posponer la ruta que me había ideado en casa. Por lo que tenía que bajar al mallín de Ricardo y desde ahí subir por el bosque hasta la ladera sudoeste del cerro que es la ruta normal.
Ya en el mallín, hice el desvío para el ascenso. Dejé la mochila entera entre unas Lengas y preparé la riñonera con algo de comida.
Enseguida me encontré una muralla de lenga achaparrada muy cerrada.
Me costaba dar dos pasos seguidos. La pendiente y el bosque tan cerrado (sumado al cansancio que no lograba superar) me hizo imposible seguir adelante.
Jabalicear
Con la pendiente en contra y las ramas de las Lengas cayendo en mi dirección, me sentía asediado. Miraba a mi alrededor y no encontraba un claro en el bosque, ni siquiera algo parecido a un sendero.
Algo está mal. ¡No puede ser por este lugar!
Habían pasado 30 minutos y no había avanzado ni 100 metros. Así que muy a mi pesar, desistí y decidí bajar a la Laguna Ilón para averiguar mejor. Los refugieros seguramente sabrían la ruta correcta.
Corta
Haciéndola corta, los refugieros me dijeron que sí, iba por el camino correcto. Había que luchar con el bosque cerrado y después se abría la ruta a la cumbre por la ladera pelada del cerro.
Evidentemente, el cansancio me estaba condicionando. Si hubiera tenido que atravesar ese bosque el primer día lo hubiera hecho casi sin chistar.
Laguna Ilón
Pasé la segunda noche en la zona de acampe al borde de la Laguna Ilón.
Jueves
Me despertó la alarma que había puesto para las 7, para ver si intentaba finalmente la subida al Punta Negra. Todavía era de noche y la tela de la carpa se movía con ráfagas fuertes de viento. Incluso en un lugar reparado.
Seguí durmiendo.
Un ratón
Más tarde me despertó un ratoncito trepando por el mosquitero de la carpa. Calculo que olía la bolsita de avena que llevo para los desayunos y me había quedado fuera de la mochila. Hasta intentó meterse por abajo de la carpa.
El resto del día decidí tomármelo con mucha calma.
Aceptar definitivamente que el cuerpo no me daba más. Así que fui muy tranquilo a la Mirada del Doctor. Sin mochila y caminando sin apuro, iba con las manos en los bolsillos.
Había tanto viento y frío en el mirador que parecía echarme. Las nubes pasaban muy densas y oscuras, muy bajas.
Quise consolarme imaginando este mismo clima en la cresta del cerro de la Punta Negra. Sería horrible.
Volví haciendo la vuelta por la la laguna y desarmé la carpa mientras almorzaba: Cous cous con salamín.
Pasando en limpio
Más allá de la dificultad del terreno y el clima adverso, terminé realmente agotado. Pero, ¿por qué?
Bueno, ahora desde casa y analizando un poco mejor los datos de la travesía puedo verlo más claro.
El primer día había subido al cerro Bonete con 1500 m. de desnivel y por momentos 60% de inclinación. ¿Esto alcanza para agotar la energía por varios días o estaba sucediendo algo más?
El plan que había trazado incluía subir un cerro por día durante tres días. ¿Las expectativas eran muy altas?
La realidad es que las condiciones fueron cambiando. Antes que nada, mi condición física, pero también el viento y la temperatura se volvieron algo extremas para esta temporada. Cansado, con frío y sin buenas perspectivas afectó también mi estado de ánimo.
Además del frío, la falta de sueño habían limado mi energía. Pasé dos noches pésimas, muy incómodo apenas pude descansar.
Dataso: evitá los días con viento del Este en la zona del Tronador
Haciendo los planes en casa anoté que habría viento del Este. Por lo que supuse que sería cálido y no estaría tan expuesto a en las trepadas a los cerros que tenía preparadas.
En una conversación con Marcelo, el chofer de la combi que va y viene a Pampa Linda, me desasnó. El viento del Este es helado y por la geografía afecta muchísimo al lugar.
Anotado para la próxima.