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Vivac en el cerro Negro

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Finalmente, pude subir al cerro Negro

Cualquier foto del refugio de Laguna Negra va a estar acompañada por dos cerros: el Gordo y el Negro. Estos nombres (con su propia anécdota) no reflejan la majestuosa presencia que imponen.

¿Harías esto? VIVAC en SOLITARIO en la CUMBRE de la MONTAÑA - Trekking en Bariloche

El recorrido hasta la cumbre

Este es solamente un relato de mi experiencia. Este sendero no figura habilitado por parte de Parques Nacionales y lo recorrí bajo mi responsabilidad.
No te recomiendo seguir este recorrido.

Mirándolos sobre todo desde el valle, la verticalidad de sus paredes exigen un respeto que ni Negro ni Gordo respaldan.

La pared más cercana al refugio es la del cerro Negro. Y si pensaste en subirlo no lo mires con susto desde la laguna. Desde ese ángulo, el cerro Negro te mira fijo y te amedrenta con autoridad.

imagen de una laguna en calma muy azul con unos cerros muy verticales que la rodean
El refugio a los pies del Negro, del cerro, digo. En segundo plano el Gordo y bien atrás el Navidad.
Vas a tener que engañar al cerro.

Sin que el Negro lo note, hacé de cuenta que estás paseando, por abajo. Mirá a los costados, silbá… De a poco lo vas rodeando y cuando esté distraído… escabullite rápido por una cicatriz que tiene atrás.

El cerro Negro tiene 2001 msnm. y se caracteriza por su estampa en el paisaje de montañas de Bariloche. Se diferencia por su forma, algo más empinada que otros picos y por su color (sí, negro).

Personalmente, cuando llego a la cima de algún cerro vecino, intento ubicarlo porque me da una referencia rápida.


En el último posteo que escribí sobre Laguna Negra te contaba que no pude llegar a la cumbre del cerro Negro. Los porqués están en ese posteo.

Esta vez, el plan no era simplemente llegar a la cumbre. De hecho, ya había conocido la cumbre del cerro Negro a finales de 2021. Para esta ocasión había planeado algo más: pasar una noche ahí arriba, haciendo vivac.

Como cualquier cumbre, la suya está expuesta por completo a las condiciones del tiempo. Por eso, para pasar una noche ahí con la ropa y equipo que tengo, necesitaba que el contexto sea inmejorable. 

Antes que nada, yo mismo tenía que disponer de un par de días libres. Y durante esos días el tiempo debía ser calmo y templado.

¿Decís que dejé pasar todo el verano? 

Sí, tenés razón. Ya se fue el verano. No me quedaba otra que intentarlo con los primeros fríos del otoño o dejarlo para el verano siguiente. 

Cómo llegar al cerro Negro

Pero, ¡ey! Que para llegar al cerro Negro hay que recorrer el sendero a la laguna Negra. Y hacerlo en otoño es como cerrar los ojos y soñar en colores.

Muchas preguntas

Antes de siquiera llegar al cerro, tenía más preguntas que certezas.

El pronóstico me decía que habría buena temperatura y poco (o nada) de viento. Pero, desconfiaba. ¿Cómo se traducía poco viento en esa cumbre tan expuesta?

¡Ah, escuchate esta! Además, sería mi primera vez durmiendo sin una carpa, haciendo vivac. ¿Cómo sería esta experiencia? ¿Habría viento, frío? Incluso no estaba seguro de que haya lugar.

Ya te imaginás la situación. No quería que, por uno de esos cambios repentinos de las condiciones del tiempo, el tarp (toldo) se me vaya volando al fondo del valle.

Laguna Negra

imagen de un espejo de agua en calma con un refugio de montaña al fondo y el cielo celeste
Vista a laguna Negra, el refugio Manfredo Segre y la aguja Principal del cerro Catedral

Por eso intenté llegar temprano a la cumbre. A las 12 en punto del mediodía ya estaba en Laguna Negra.

Por el buen clima del fin de semana largo de marzo, ya había bastante gente rodeando el refugio. Donde sea que miraba veía algún grupo de personas o se escuchaban carcajadas junto a la laguna.

Si me conocés, ya te imaginás cuánto tiempo tardé en pasar por ahí.  

Rodear el cerro Negro

una persona con mochila subiendo la ladera pedregosa de una montaña
Rodeando el pedrero del cerro Negro

Llegué al mallín que está frente al refugio para almorzar algo liviano y en paz. Desde ahí, subí rápido al filo del Bailey Willis para girar hacia el sur y empezar a rodear el cerro. 

Y si planeas subir vos también, aunque sea por un rato, cargá una buena botella de agua en la laguna o en el arroyito que baja desde el Bailey Willis. No vas a encontrar agua por varias horas.

Ya había hecho dos veces ese paso por el acarreo y lo sufrí como siempre. Si vas por primera vez, te adelanto que el acarreo de costado y con pendiente del cerro Negro te va limando las piernas (y el espíritu).

Cómo es la subida al cerro Negro

Una persona subiendo una montaña por un pedrero usando manos y pies
Subiendo con manos y pies. Atrás la laguna CAB.

La subida desde la arista sudeste del Negro es muy “entretenida”.

No, en serio, que las comillas no te engañen. Principalmente, tiene las vistas siempre impactantes hacia el cordón que une el Negro con el cerro Navidad y al valle homónimo.

Sí, metí homónimo en una oración.

Hacia el oeste, la laguna CAB a media altura y abajo el valle del arroyo La Chata. Hacia el fondo del panorama apenas una muestra del brazo Tristeza y después la cadena de montañas de la cordillera con el cerro Tronador en primer plano. 

El pedrero que lleva a la cumbre tiene señales algo despintadas. Así que, cada tanto, uno se haya inmóvil, intentando distinguirlas. ¿Eso es musgo o una marca de pintura? El repertorio de señales incluye algunas pircas o cañas clavadas verticales.

Lo entretenido está, en realidad, en ayudarse con las manos desde temprano. La trepada se hace cada vez más empinada y el terreno no es para nada sencillo. Acá ya no hay sendero ni rastros.

Ya sea para ayudarse a subir, sostenerse para mantener el equilibrio o incluso agarrarse para no irse hacia abajo en algún desmoronamiento de piedras sueltas.  

Sí, quizás “entretenido“ no sea lo correcto. Pero, desde mi punto de vista, nunca me pareció que el recorrido fuera peligroso ni expuesto. Creo, sí, que hay que tener cuidado donde se pisa y dónde agarrarse.

Compañía a la vista

En algún momento de la trepada me reconocí más cansado de lo acostumbrado y fue cuando distinguí el peso real de la mochila en mi espalda. La mochila venía cargada para un par de días.

Por eso me detenía con bastante frecuencia, ya sea para recuperar el aire o para intentar reconocer las cumbres vecinas (en realidad con la excusa de recuperar el aire).

Fue cuando encontré que atrás mío se distinguían un par de personas subiendo.

En los últimos metros, la pared norte del cerro deja lugar a las vistas hacia el Bailey Willis y el mallín cercano a la laguna, además del cerro López, el Capilla o incluso la isla Victoria.

La cumbre del cerro Negro

desde una cima, una persona mirando hacia abajo una laguna azul rodeada por montañas

Personalmente, llegar a la cumbre del cerro Negro se siente como un premio. 

En esos últimos pasos uno ya puede dejar de usar las manos y llegar con la cabeza bien alta a contemplar los 360° de esa terraza sin ningún obstáculo.

Las piezas del paisaje que se suman en la cumbre son las que dan al este: 

No sé, ya me perdí en el panorama. No hay foto ni descripción que alcance.

La vista al refugio Italia de Laguna Negra

Para encontrar el refugio de Laguna Negra, es necesario asomarse a un balcón un poco más abajo de la cumbre. Hasta esa altura no hay precipicios de esos insondables. Pero unos pasos más abajo, se distingue la caída vertical. 

Apenas un par de minutos después de extirparme la mochila escuché las voces de Caro y Yenien.

Caro es, en la realidad paralela de Instagram, caro_escala y estamos en contacto por ahí desde hace algún tiempo. Yenien es su esposo. Pero dicho así parece que tuvieran 70 años. Así que, de ahora en más, diré que eran Caro y su chico.

Y me cuidé de no decir “…de 50 años” porque estoy a dos de llegar ahí.

Como sea, ellos eran los que había visto antes, un poco atrás mío. Pero venían subiendo desde el valle del Navidad. Precisamente, hacia ese lado, pensaba volver al día siguiente.

Mientras compartíamos la cumbre del cerro charlando, yo iba monitoreando el viento. Ya había pensado que si el día estaba demasiado ventoso, tenía que dejar la cumbre para pasar la noche en un lugar reparado.

Los chicos me comentaron su experiencia subiendo desde el valle del Navidad y tomé notas mentales que me servirían al día siguiente.

Para cuando se fueron ya me había decidido a quedarme.

Monoambiente con vista

De aquella primera visita al cerro, me acordaba que había un lugar para pasar la noche pero no recordaba que fuera tan estrecho. Y aunque había coordinado con Facu de Wuelche para hacer un testeo de su tarp de 3 x 3, no veía la forma de que entrara entre tantas piedras.

Un par de horas y varios intentos después, estaba todo montado.

un toldo en la cima de la montaña al atardecer
El tarp listo para pasar la noche

Ojo, el tarp en condiciones normales se arma en 3 minutos. Pero en esa cumbre tuve que ponerle imaginación. A diferencia de una carpa, una de las virtudes del tarp es que te permite jugar con su forma y el terreno.

Me quedó el espacio justo para acostarme con el toldo casi pegado arriba mío pero suficientemente amplio para que entraran el resto de mis cosas.

Nada más que silencio

Con todo listo para pasar la noche, ahora sí, me encontré en soledad.

vista a una laguna de montaña con poca luz rodeada de cerros
Las primeras sombras sobre Laguna Negra

Caro y su chico se habían ido y la cabeza ya no estaba enfocada en el armado del refugio. El viento tenía menos presencia y todo alrededor empezaba a cubrirse en tonos violetas y rozados. 

Las últimas luces y las primeras sombras acentuaban las formas filosas de los cerros vecinos.

El silencio llegó a cubrirlo todo. Solamente se interrumpía por el sonido de la tela del tarp que flameaba con alguna brisa ocasional o por alguna risa que llegaba desde abajo, junto al refugio.

Así era la calma.

Cuando el sol todavía calentaba la roca empecé a cambiarme y agregarme capas de ropa para pasar la noche. Además cené y dejé todo listo y ordenado para meterme en la bolsa de dormir.

atardecer con un paisaje de montañas y lagunas
Atardecer con el Tronador. Abajo a la izquierda la laguna CAB y a la derecha un pedacito del brazo Tristeza

Primera vez haciendo vivac

Durante toda la caminata del día me llamó la atención la cantidad de veces que encontré arañas. Como nunca, debo haber visto varias. Una, más grande que la anterior.

Siempre usé una carpa para pasar la noche. La razón principal es mantenerme aislado de los bichos del entorno. 

No me voy a hacer el valiente. Sinceramente, prefiero evitar el contacto con los bichos. Que puedan caminar encima mío mientras duermo, me da bastante miedo.

Pero, en algún momento hay que dar el paso. 

vista al tarp la bolsa con el cerro tronador de fondo
El tarp de Wuelche ya embalado. Atrás se ve la sombra del cerro Negro y el cerro Tronador

Bueno, alternativas en realidad no había. La cumbre del cerro Negro no tiene margen para una carpa. Por eso, qué mejor que empezar en el mundo del vivac en la cumbre de un cerro.

Aunque a mi altura todavía tenía algo de luz, se notaba que en la zona de la laguna y sobre todo en los valles más profundos había mucha más oscuridad.

Al mismo tiempo, podía ver desde las luces en Dina Huapi casi en el horizonte hasta una linterna en la laguna CAB. Seguramente alguien haciendo la travesía de las 5 lagunas.

Yo ya tendría también mi oportunidad 😉

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¿Cómo fue dormir en la cumbre del cerro Negro?

Todo salió genial. La noche no solamente estuvo casi templada sino que el viento llegó incluso a desaparecer. ¡Gracias Windguru!

Todas las previsiones que había hecho para no pasar frío (ropa adicional y el uso del tarp) me llevaron a tener que desabrigarme un poco.

La delgada línea roja

A las 7 de la mañana me asomé para ver la primera línea de luz sobre la estepa y a partir de ahí, empezó mi día.

Repté fuera de la guarida y disfruté esos primeros instantes con la cara iluminada por el amanecer hacia el este y el Tronador todavía agazapado al oeste.

Todavía me quedaba agua suficiente para un café. Así que mientras el calentador silbaba bajito, empecé a juntar y guardar todo de nuevo en la mochila.

Soltar la cumbre

Con todo listo para empezar la bajada, no podía irme. La mochila parecía esperarme paciente, mientras yo caminaba de una punta a otra de la cumbre.

Iba al sector donde se veía la laguna y me quedaba un rato. Luego saltaba hacia la vista al cerro Navidad o volvía a ver al Tronador.

A las 9 de la mañana no me quedó otra y me obligué a soltar el lugar.


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Hacia el valle del cerro Navidad

Otro paraíso

cadenas de montañas con un valle abajo
La cadena de roca que une el cerro Negro con el cerro Navidad. Abajo el valle que se une con el del Navidad.

Durante el descenso hacia el valle del Navidad pasé desde sectores de piedras, arena y acarreo a meterme en cauces de arroyitos, lagunitas y cascadas. 

No sé cómo describirlo en realidad pero aquel valle es distinto. Lo veo como una sucesión de jardines verdes con flores amarillas rodeando el curso de arroyitos y lagunas, enmarcados por paredones de piedra muy vertical.

Con todo eso, ya ves que me sentía en un paraíso.

Si bien no hay mucha alternativa para el recorrido en descenso, tampoco resulta difícil encontrarlo. Así que cerca del mediodía ya estaba en el mallín encajonado del Navidad.

Desde ahí, me quedaba solamente seguirlo hacia abajo hasta encontrar de nuevo el sendero tradicional a Laguna Negra. 

vivac cerro negro
Este fue el recorrido

No grabé la ruta pero el colega Agustín Migoyo tiene dos tracks con el mismo recorrido en su perfil de wikiloc.


Durante esta temporada pude cerrar algunos capítulos. Pude volver al Velco, pude finalmente hacer el tramo entre Césares y la ruta 40 y ahora cumplí la idea de pasar una noche en el cerro Negro.

Conclusiones

Como muchos otros recorridos de la zona, se nota que tuvo mejores días. Las marcas de pintura en el trayecto muestran que en años anteriores este cerro era más visitado o al menos se lo tenía más en cuenta.

Te diría que también paciencia y perseverancia. ¿Por qué?

Me alegra que me lo preguntes: el tramo desde el filo del Bailey Willis con la pendiente que viene de costado y la cantidad de piedras sueltas hace que te cuestiones qué tanto vale el esfuerzo. La vista no debe estar tan buena.

Ese tramo es el que menos marcas tiene y el que más dudas genera.

La subida final se va poniendo cada vez más empinada pero ahí, casi al final, es donde aparecen las marcas.

El premio a la constancia es una cumbre preciosa, con vistas a muchos cerros vecinos. Recorriendo el panorama con la mirada, van apareciendo recuerdos de cada lugar. El Magnat, el Pico Turista, la bajada desde el Navidad, el último tramo del Capilla, el cerro Capitán.

Pero, como suele pasar en cada cumbre, aparecen recorridos todavía pendientes o ideas nuevas.

Antes de cerrar este artículo quiero agradecerle a Facu de Wuelche por acompañarme en esta idea con uno de sus productos. El tarp resultó todo un descubrimiento y espero poder usarlo mucho más.

cerro tronador anochecer
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