¿Por qué esta vez no intentás pedir permiso?
La zona del cerro Confluencia, Laguna Hosseus y el refugio Velco no suele tratarme con cariño. Tanto la primera como la segunda vez que caminé estos filos, no la pasé muy bien.
Por eso, por recomendación de Romi, esta vez intenté algo nuevo: pedir permiso.
No soy supersticioso ni creo en rituales con banderitas al viento o pilas de rocas. Pero al mismo tiempo, ¿qué tengo que perder?
Alguna que otra convicción. De todas formas ya no me quedan tantas. Así que preferí no dejar nada librado al azar.
Además (y mucho más importante) intenté subir con otra mentalidad.
Si bien mi plan para los próximos dos días incluía un recorrido por los filos que rodean el valle del arroyo Torrontegui, también estaba abierto a un paseo muy simple hasta la Laguna Hosseus.
Nada más.
Si notaba que las condiciones de la nieve o el viento no eran buenas, simplemente iba a regresar por donde vine. Sin presiones ni apuros.
Para el primer día, entonces, mi plan consistía solamente en llegar hasta la cumbre del cerro Confluencia y desde ahí bajar hasta la laguna Hosseus para pasar la noche.
Las únicas incógnitas tenían que ver con la cantidad de nieve cerca de la laguna y si el pronóstico se cumplía.
Sí, había comprobado el pronóstico en Windguru y por eso había elegido el TARP en lugar de la carpa. Pero como la laguna no tiene vegetación y está totalmente expuesta, una tenue brisa constante y fría podía hacerme pasar una noche muy incómoda debajo del toldo.
Este es un relato de mi experiencia.
No es una guía o recomendación para llegar al lugar.
Este sendero no figura habilitado por parte de Parques Nacionales y lo recorrí bajo mi responsabilidad
Subida al 2 de Pontoneros
10:30 – Empecé a caminar justo en el puente del arroyo Torrontegui en la ruta 40. Creo que esta sería mi quinta vez en el lugar.
Ya había subido por ahí dos veces al refugio Velco, una vez al cerro Capón y había bajado por ahí llegando desde el cerro Ventana.
Al principio estuve peleando con el GPS del celular para empezar a registrar la ruta. Mientras subía, lento y tranquilo, tocaba toda la pantalla del celu. Activaba y desactivaba el GPS, reiniciaba el equipo… nada. El GPS no me ubicaba en el mapa.
Ya fue.
Ese primer tramo se hace en una subida intensa pero bajo una hermosa sombra. El sendero está bien marcado. Con algunos desvíos, pero tenía claro mi rumbo. Así que no necesitaba del GPS.
Poco a poco va apareciendo el lago Gutiérrez y la cara oriental del Catedral, todavía nevado. Un cuadro:
Hay un punto de quiebre en el sendero donde, además, se divide. Una variante sigue hacia el sur y baja de nuevo al valle del Torrontegui y la otra sube el cerro hacia el este.
Obviamente subí hacia el este.
Pero a partir de aquí el sendero ya no estaba despejado. Por momentos tuve que caminar en cuatro patas y se me enganchaban los bastones de la mochila en las ramas.
¿Estamos perdiendo senderos?
Quizás se trata solamente de media hora de lucha con el entorno. Fue como caminar en un túnel de ramas. Cada tanto se cruzaba algún tronco que había que trepar o agacharse más de la cuenta.
Después de este tramo apareció un amplio espacio al sol, con algunos viejos troncos grises donde descansar un rato de la lucha.
Pero fue sólo una pausa. A partir de aquí el sendero volvió a taparse y por momentos casi a desaparecer.
Yo sabía que me quedaba poco para salir a otro espacio abierto y tenía claro hacia dónde caminar. Eventualmente encontré de nuevo la huella y continué.
Filo del 2 de Pontoneros
Sentí la salida del bosque como la salida de un laberinto.
Había seguido un track que, después del último espacio abierto sigue por el costado derecho del bosque y vuelve a meterse. En lugar de seguir subiendo directo al filo del cerro.
No importa. No te voy a marear. Más abajo te dejo los tracks que te van a servir para no pasar por lo mismo.
Ya estaba saliendo.
Cerro Confluencia
Ya no tendría más sombra hasta el día siguiente y estaría expuesto al viento. Pero podía ver claramente el objetivo y solamente tenía que subir. Con más o menos esfuerzo, pero ya dependía de mis piernas.
Enseguida agradecí a Romi por recordarme llevar el protector solar y los anteojos de sol. La nieve brillante empezó a cobrar protagonismo con algunos manchones esporádicos.
Una vez que estuve en la cumbre del Cerro Confluencia y busqué la zona de la laguna, mi ansiedad empezó a crecer. A medida que bajaba del cerro veía que, hacia el este, no había más que nieve.
Llegué al mallín que separa el Cerro Confluencia del Cerro Lago y era un gran manto blanco. Empecé a subir la loma hacia la laguna, siguiendo unas huellitas.
Tiendo a confiar en el instinto del animal que hace elegir un paso sobre otro. Así que simplemente sigo sus pisadas.
Laguna Hosseus
A medida que subía esa loma y aparecía el terreno del otro lado, empecé a notar algunos espacios vacíos. Había esperanza.
Finalmente pude encontrar un lugar muy cerca de la laguna casi en su desembocadura. La laguna estaba cubierta de hielo blanco pero había un lugar plano y sin rocas para pasar la noche. Algo húmedo pero podría ser peor.
El viento siguió jugando con mi ansiedad casi hasta la caída del sol.
Como estaba muy cerca de las paredes del cerro Lago, las sombras llegaron rápido. Así que cerca de las 8 de la tarde entré al toldo y me cambié, listo para pasar la noche.
Ya dentro de la bolsa de dormir, llegué por un momentos a arrepentirme por no llevar la carpa. El viento había girado y entraba muy frío, como por un túnel, al toldo.
Logré dormirme, tapándome y ajustando la capucha de la bolsa de dormir y el cuello.
A eso de la 1, me desperté con la noche desplegada. La lona del toldo ya no flameaba y estaba todo en calma. El cielo totalmente estrellado y la luna, enorme, asomaba por el norte. Iluminaba todo el blanco a mi alrededor.
Probé una linterna nueva y apuntando a la laguna me sorprendió una forma que tardé en descifrar.
En medio de la noche, parado sobre la enorme plataforma de hielo blanco, había un solitario cauquén. No había nada más. ¿Habrá sido real? ¿un fantasma o una ilusión?
El tema es que no vi un cauquén en toda la caminata. Durante el día, al menos.
Los primeros rayos de sol entraron bien oblicuos al interior del toldo. Junto al silencio (que seguía siendo infinito) y al calor del sol, había pocas ganas de salir de la bolsa.
Armé de nuevo la mochila y emprendí la subida al cerro Lago por la ladera que lo enfrenta al Confluencia.
Cerro Lago
A las 10 de la mañana ya estaba en la segunda cumbre de la travesía. Allá, frente a mí, con un valle de por medio, un largo filo blanco que cortaba el cielo celeste me separaba del último objetivo del día: el cerro Capón.
El resto del día tuvo un poco de todo. Laderas de rocas filosas, hacían que el tránsito fuera lento y cuidadoso. También seguí cruzando manchones de nieve con bastante pendiente. Pero, cada tanto, aparecía algún pico, alguna terraza blanca donde frenar los pasos y admirar el horizonte filoso.
Como si fuera una avenida, uno de los últimos filos seguía derecho hacia el Capón. Casi no había relieve. Era una calle con poca pendiente (por ahora) con piedras de un lado y hielo del otro.
Del lado del hielo, se trataba en realidad de aleros de viento. Súper amplios.
Las vistas me sorprendían en cada paso, en cada golpe de vista.
Para llegar a la última cumbre no me quedaba otra que caminar sobre la ladera occidental. Con bastante inclinación, iba pisando las rocas inestables.
Sol, viento frío, rocas golpeándose y algo de arena deslizándose.
Preferí evitar el filo que seguía subiendo y bajando. Mi objetivo estaba, en realidad, más allá. No había necesidad de luchar con la pendiente por ahora.
Hacia el sur ya había aparecido el lago Mascardi y la Laguna Llum. El Tronador y los cerros de su corte seguían en la suya.
Cerro Capón
Llegué al Cerro Capón por el norte. Había rodeado desde el sur la ladera más baja como esquivando la cumbre, esperando que se abriera un paso con menos pendiente. O menos deslizamiento de rocas, en realidad.
El aire se movía, helado. Toqué la pirca que marca la cumbre y bajé unos pasos para esconderme del frío.
Desde ahí, recorrí por última vez el filo que había caminado, esta vez con la mirada.
Enfrente estaba el 2 de Pontoneros, el Confluencia, el mallín que lo separa del Cerro Lago y la línea de aleros blancos. La laguna Hosseus estaba oculta, pero en mi cabeza, seguiría siendo blanca bajo un cielo de estrellas y un cauquén fantasma parado en el hielo.
Aproveché el 4G, que volvió a aparecer, para avisarle a Romi que todo estaba muy bien y que nos podíamos encontrar en un par de horas en la ruta.
De la bajada desde el Cerro Capón sólo puedo decirte que fue dolorosa.
La pendiente larga y aburrida empieza a desgastar los cuádriceps muy temprano. Para cuando el aire pasa de helado a candente, empiezan a debatirse las ganas de llegar cuanto antes con las súplicas por un descanso que llegan desde las rodillas.
Casi que preferí recorrer el filo de vuelta.
En la ruta 40, había varios coches estacionados. Algunas familias estaban al borde del arroyo Torrontegui. Y mientras caminaba por la banquina hacia el auto, ya veía a Romi que me esperaba leyendo un libro.
Hacía mucho que no disfrutaba tanto una travesía.
Al principio me tocó pelear con la vegetación mientras subía por el sendero que desaparecía hasta el filo del Pontoneros. Como me decía un seguidor, el sendero del Pontoneros sólo se encuentra bajando.
Pero continué el resto del recorrido casi de forma intuitiva. Claro, hasta la laguna Hosseus lo conocía muy bien. Ayudó mucho haberla pasado tan mal en otras ocasiones para que los recuerdos se fijen mejor y pueda caminar casi de memoria.
Pero desde la Laguna Hosseus hasta el cerro Lago y todo el tránsito por los filos hasta el Capón me resultó súper accesible. Ojo, que ya junté algo de experiencia caminando terreno escarpado sin señalizar.
En total fueron cerca de 24 kilómetros.
Los tracks
Como te comenté arriba, no pude usar el GPS así que no grabé la ruta.
Para la ruta de subida hasta el Pontoneros podés seguir el track que hizo Luca. Es la ruta más directa hasta el filo.
Desde ahí se trata de seguir el filo solamente hasta la cumbre del Confluencia y de ahí bajar a la Laguna Hosseus.
Este track hace el recorrido por los filos bajando también al Velco. Pero se complica subiendo al Pontoneros y bajando del Capón. Ojo, funciona, pero la ruta de subida puede ser más directa.
Hola Janis
Excelente video y nota. Veo que es parte del circuito que pretendo hacer si se unen los planetas jeje.
Volviendo de la laguna Hosseus a los filos del cerro Lago y Capon, son amigables?
Hay Mucha nieve todavía!!
Si andas por Villa la angostura chifla y podemos hacer algo…
Gracias
NACHO
¡Hola Ignacio!
Por cómo se ven desde lejos, son bastante amigables.
La subida al Lago es casi un trámite y el resto del circuito hay que hacerlo con cuidado, al menos hasta llegar al último pico antes de girar al oeste. Es la parte más sensible.
¡Éxitos!
Muy hermosas las vista desde las cumbres! Excelente tu fotografía, toda ella! Y muy entretenido escucharte! Como siempre te digo: “gracias por llevarnos por tan bellos espacios!!!!”
Gracias, Janis, por este artículo. Como siempre, leer tu redacción es como viajar mentalmente a los lugares que describís. Logras que uno pueda imaginar y apreciar, aunque sea un poco, esos sitios tan alejados y únicos. Un placer leerte!. Saludos
Hermosa travesia con hermosas condiciones climáticas !!!! Muy buen video , como nos tenes acostumbrados !!! Saludos.