El Chaltén crece más rápido que su diseño: historia de un desborde planificado

La capital argentina del trekking vuelve a estar en el foco. El Concejo Deliberante prorrogó por cuarto año la Emergencia Habitacional porque, mientras el ejido urbano sigue congelado, hay 612 expedientes de vecinos que piden un lote para vivir y apenas 22 casas nuevas entregadas en el último año.

La presión no viene solo de los residentes: la localidad, que en invierno ronda los 2000 habitantes, recibe hasta un millón de visitantes por temporada estival.

Alejandro “El Capa” Caparrós – La voz del guardaparques que lo vio nacer

Caparrós llegó en 1998, cuando el viaje desde El Calafate era una odisea de seis horas y apenas cien personas vivían a los pies del Fitz Roy. Su primera misión fue abrir senderos accesibles y señalizar un territorio que hasta entonces era solo un campamento de gendarmes.

Hoy, jubilado pero todavía activo en proyectos de conservación, mira las estadísticas con vértigo: “En verano superamos el millón de ingresos; la red de senderos está al límite y el pueblo ya no tiene tierras”. Su propuesta es drástica: fundar una “nueva villa satélite” fuera del Parque Nacional para descomprimir la traza original.

Caparrós recuerda que cuando se asfaltó la RP 41, alrededor de 2010, llegaron jubilados, familias y operadores turísticos que cambiaron para siempre la escala del lugar.

Hoy defiende el cobro de entrada a los senderos para financiar baños secos, pasarelas y restauración de huellas erosionadas: “Sin recursos no hay conservación y, sin parque, no hay economía”, resume.

Alberto del Castillo – El pionero del turismo de aventura que advierte un “Bariloche en miniatura”

Del Castillo escaló el Fitz Roy en 1990 y enseguida abrió la hostería El Puma y Fitz Roy Expediciones, una de las primeras agencias locales. Tres décadas después, dirige Estancia Cristina y amplía su hotel con estética escandinava—chapa negra y lengas nativas—porque “el visitante ya exige diseño y servicio de alta gama”. Sin embargo, critica que existen tres códigos urbanos, pero nadie controla nada: cables a la vista, colores aleatorios y construcciones sin requerir vivienda para el personal.

“El problema habitacional es el huevo y la gallina”, afirma. “Los lotes se entregaron para casas y terminaron en alquiler turístico; ahora una cama cuesta diez mil pesos la noche y la gente vive en casillas.” Propone copiar a los Alpes: techo bajo, límites claros y un segundo pueblo planificado a 30 km. De lo contrario, “quedará una calle principal de oro y cinturones de pobreza alrededor”.

Carolina Codó – La médica que atiende fracturas, infartos y rescates

Cuando llegó en 1993, Codó era la única doctora y contestaba consultas por radio. Hoy son apenas dos médicos para 3000 vecinos estables y hasta 15 000 turistas en los picos de enero. Cada temporada coordina una quincena de rescates con la Comisión de Auxilio y ve cómo las urgencias cambian: más esguinces por sobrecarga, sí, pero también infartos en senderos populares y trauma grave en escaladores de grandes paredes.

“El pueblo está colapsado”, sentencia. “Hoteles y restaurantes siguen apareciendo, pero esa gente necesita casas dignas. Muchos gastan medio sueldo en una cama.”

Su diagnóstico sanitario es inseparable del urbanístico: servicios insuficientes, brigadas de incendio sin presupuesto y una red vial cuyo mantenimiento no acompaña la expansión. “El Ministerio siempre llega tarde”, admite, mientras los rescates consumen horas de voluntarios y combustible de helicóptero que paga la Provincia.

El reverso cotidiano: motorhomes, alquileres y agua al límite

Una crónica gastronómica de 2022 ya advertía que la llegada de 150 000 turistas anuales sobre una base de 1600 censados había disparado los precios y multiplicado las casas rodantes usadas como vivienda temporaria.

Para los trabajadores de temporada, alquilar un cuarto es casi misión imposible: las tarifas de hostel para extranjeros se tragaron el mercado residencial, y muchos duermen en furgones sin conexión a la red cloacal, sobre un suelo permafrost cada vez más frágil.

En paralelo, el acuífero local, pensado para un caserío, está cerca de su capacidad máxima y las plantas de tratamiento de efluentes operan al límite. La ampliación del ejido—promesa de campaña del gobernador Vidal—debería traer nuevas captaciones y lagunas de oxidación, pero el expediente sigue trabado en organismos provinciales.


Lo que dice la estadística

Indicador200020152025
Población estable40015002000 (invierno)
Visitantes anuales25 000500 0001 000 000
Solicitudes de loten/d180612
Médicos en planta122
Operativos de rescate<51015

(Elaboración propia con datos de PN Los Glaciares y municipalidad de El Chaltén.)


¿Cómo se llegó hasta aquí?

  1. Orígenes geopolíticos (1985): fundado para afirmar soberanía tras el conflicto del Lago del Desierto.
  2. Aeropuerto de El Calafate (2000): puerta de entrada que dispara la demanda hotelera.
  3. Pavimentación de la RP 41 (2010): flujo masivo de turismo familiar y jubilados.
  4. Marketing mundial del trekking: redes sociales, influencers y la etiqueta “capital del trekking” posicionan al pueblo en el radar global.
  5. Ausencia de planificación integral: el Parque Nacional protege el paisaje, pero el ejido depende de la provincia y el planeamiento urbano del municipio, un triángulo jurisdiccional sin coordinación efectiva.

Las tres voces, una misma alarma

  • El guardaparques pide un nuevo asentamiento planificado, con límites de carga y servicios antes de entregar lotes.
  • El empresario pionero reclama códigos urbanos con inspección real y vivienda obligatoria para el personal.
  • La médica exige infraestructura sanitaria proporcional al volumen turístico y vivienda digna para trabajadores esenciales.

Los tres coinciden en que el atractivo de El Chaltén sigue intacto, pero la experiencia del visitante se degrada y la calidad de vida de los residentes está en jaque si no se actúa ya.


Conclusión: entre el ícono y la saturación

El Chaltén nació para marcar presencia en la frontera; hoy su desafío es no ahogarse en su propio éxito.

El número mágico—612 pedidos de tierra—es solo la punta del iceberg: detrás hay familias, trabajadores estacionales y empresas que compiten por cada metro cuadrado.

Caparrós, Del Castillo y Codó aportan la memoria, la crítica y la ciencia. La pelota está en la cancha de la política pública: ampliar el ejido con servicios, fijar una capacidad de carga y blindar el entorno natural.

Porque, como dice “El Capa”: “Sin parque no hay pueblo, y sin pueblo planificado no hay futuro”.


Fuentes consultadas

Dejá un comentario